Portuguesa es uno de los estados occidentales del país donde la belleza natural de sus catorce municipios encanta a los turistas y refleja la humildad del citadino.
A lo largo y ancho de esta región llanera y a su vez parte de la zona Andina se escoge el sitio idóneo para hacer un recorrido que no se sabe cuanto tarda por lo que se siente cuando se va conociendo sitios como la Villa de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de Araure, que en el año 1692, el Fray Ildefonso de Zaragoza solicitó fundar una Villa que diera resguardo y sostén a los diferentes pueblos indígenas que se asentaban en aquella extensa región llanera; donde al tener la positiva respuesta a su solicitud escogería el sitio ideal donde levantaría la Villa y plantaría una cruz de madera fundadora.
En Araure, es donde Bolívar emprende acciones de guerra en la llamada “Batalla de Araure” y vence a José Ceballos, logrando la ruptura del frente del enemigo.
Así que si lo que busca es un sitio histórico, se destaca el Túmulo, monumento a esta batalla, situada a un lado de la carretera Panamericana. Esta lucha fue especial, pues constituyó uno de los dos únicos combates que hizo Simón Bolívar cuerpo a cuerpo con el enemigo.
Aquel que pase por Araure no puede dejar de conocer el hermoso Parque Militar Nakichenoviche, creado para proteger la cuenca hidrográfica donde nace la quebrada de Araure con la idea de recuperar y preservar las áreas verdes.
El otro paseo es el de los majestuosos lugares cuadrados por una belleza natural como los chorros y balnearios como el del río Acarigua, y sitio de pesca que en su frondoso recorrido es adornado por los bucares floreados en su época, o si no del bello color de nuestra flor nacional como l orquídea acompañada de grandes sembradíos de café.
Si después de visitar a Araure quieres ir a la capital espiritual del Estado Portuguesa, antes de llegar pasarás por el Municipio Santa Rosalía y el pueblo el Playón, su capital, un nombre tan singular que se debe a que en el año 1800, en el año de fundación y población pasaba por esta zona el rio Acarigua viejo, que en tiempos lluviosos se desbordaba cubriendo un arca considerable de arenas blanquecinas, que simulaban playas.
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